2007 El día de los inocentes
El día de los inocentes, Josip Novakovich
Trad. Vicente Clavero. El Andén, Barcelona, 2007. 312 pp.
Ediciones El Andén, 2007. 4º menor. 312 pp. Rústica con solapas. Buen estado.
1ª edición.
ISBN 978-84-96929-10-4.
tapa del libro: Loustal
20,50 €
Josip Novakovich
El día de los inocentes
Ivan Donilar nace en la Yugoslavia de Tito el día de los inocentes de 1948,
un halagüeño comienzo que se descarría enseguida en un mundo dominado por la
propaganda y la paranoia. Años después, en vísperas de la guerra civil, será
reclutado por el ejército equivocado, convirtiéndose en peón de un absurdo
conflicto cuyas normas y lealtades cambian sin previo aviso. Pero hasta en
un mundo enloquecido hay una línea de actuación que no pierde el norte: la
supervivencia. Escrito con un humor mordaz y con una profunda ternura, esta
novela es una devastadora sátira política y una afilada parodia de la guerra.
Paul Viejo
Josip Novakovich es uno de esos personajes nabokovianos que tanto me gustan
y que tan pequeño le hacen sentir a uno en determinadas ocasiones; uno de
aquellos que han tenido que tomar distancia de su lengua materna (sin
abandonarla nunca del todo), de la misma manera que tuvieron que alejarse de
los paisajes eslavos donde nacieron, de su cultura, de sus tradiciones
literarias, para reinventarse en una nueva vida de émigrée, de exiliados, de
escritores con maletas llenas de idiomas. Novakovich, nacido en Croacia,
llegó con veinte años a la lengua inglesa y se ha quedado en Estados Unidos
hasta que su prosa estuvo lo suficientemente madura como para escribir tres
libros de relatos, uno de viajes (Plum Brandy: A Croatian Journey) y, junto
con otros, la novela que nos ocupa. Ivan Dolinar, el protagonista de El día
de los inocentes, es uno de esos personajes que pertenecen, muy a su pesar,
supongo, a la estirpe del soldado Svejk, a la de aquellos que han servido al
rey de Inglaterra, a la misma familia literaria, en definitiva, a la que
pertenecen los personajes de las historias de Sergei Dovlátov, Miljenko
Jergović o Drago Jancar: es decir, aquellos seres mínimos que nos hacen
comprender, o por lo menos pensar en alguna ocasión, que la vida no es más
que una sucesión de escenas ridículas, mínimas, colocadas estratégicamente
para hacer reír o llorar al mundo. A su costa. Porque no es otra cosa lo que
parece esta novela, que no ocupa un día sino toda una vida, la de un Dolinar
que viene a nacer en el momento justo como para que su aparición parezca una
broma (el 1 de abril, el April's Fool Day anglosajón del título, y también
«los inocentes» croatas) y que por ello sus padres lo anoten en el registro
un día después, con el primer nombre que se les viene a a la mente. Una
broma, cruel y según como se mire injusta, similar a las que continuará
viviendo Ivan a lo largo de su vida y de la novela que le ha tocado
protagonizar: por su puesto, la adolescencia en una Yugoslavia rural marcada
por el régimen de Tito, la muerte de Tito y el recuerdo de Tito hasta el
final; la madurez en una Yugoslavia aún "títica" que se resquebraja a
marchas (militares) forzadas y deja, en sus fronteras, en lugar de zanjas o
alambradas, cicatrices incurables para sus ciudadanos; la cercanía de la
muerte en algún lugar de esa Yugoslavia que ya no reconoce, ni comprende,
pero que tampoco quiere comprender porque él, asume, ha ayudado a crearla.
Pero, decía, personajes como Ivan Dolinar logran que veamos siempre estas
terribles escenas empañadas por las lagrimas que puede llegar a provocar la
risa. Lo cual es un consuelo. Que una brutal violación colectiva de unos
soldados a una muchacha parezca una sketch de Escenas de matrimonio, pese a
lo vulgar que pueda sonar decirlo así, es todo un logro de Novakovich. Que
asesinar, fusil en mano, a "hermanos" de uno y otro bando durante la Guerra
de los Balcanes sea visto sólo como un pequeño accidente porque a Dolinar lo
metieron equivocadamente en un bando primero y en el otro después, es,
aunque parezca que se está tomando a guasa, todo un logro de Novakovich. Que
ser condenado a trabajos forzados por el propio Tito después de imaginar (sí,
sólo imaginar) que alguien pudiera asesinarlo, para más tarde no sólo ser
liberado sino incluso obtener recomendaciones, pueda parecer algo ridículo,
es un logro de Novakovich. Y es de agradecer. Aunque él mismo pudiera no
creerlo.Y es que lo que ha logrado Josip Novakovich en este Día de los
inocentes es coger una porción (grande) del pastel llamado Historia de
Europa y restregárselo a ese invitado a la fiesta que es el lector. Para
provocarle el cabreo mientras él se ríe. O para provocarle la risa, mientras
él se cabrea. Una hilarante historia, absolutamente croata pero escrita
desde Pennsylvania, donde a través del humor se convocan las pesadillas
europeas, demasiado parecidas a las del resto del mundo. Absolutamente
recomendable. Pero puesto a recomendar, si alguien se queda con ganas, tiene
Novakovich un libro de relatos, Infidelities. Stories os War and Lust, mucho
más americano (es decir, lleno de apellidos serbios, polacos, croatas y
casas con porche y con jardín), más tragico aún en ocasiones, algo más serio
incluso. Como si todo esto le estuviera afectando al autor realmente.
Podemos disfrutar de alguno de sus relatos en español que publicó la revista
electrónica Barcelona Review: http://www.barcelonareview.com/54/s_jn.htm
Le
Magazine littéraire
N°
378 juillet/août 1999 "La guerre vue par Loustal",
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